Flecha, esquina, farola y fotógrafo están en sintonía, yo diría que incluso el intimista sepia lo está. Las luces a lo lejos, dejando constancia de la vulnerabilidad de este silencio, y la progresiva caída de la acera son, creo yo, los elementos que nos recuerdan esa relatividad a la que aludes. Magnífico, como siempre.
Paso, como de costumbre, a ver tus contraluces, tus Transmilenios (ya me ha quedado todo claro), y esta fachada que, vive Dios, se diría británica, londinense si me apuras
5 comentarios:
Flecha, esquina, farola y fotógrafo están en sintonía, yo diría que incluso el intimista sepia lo está. Las luces a lo lejos, dejando constancia de la vulnerabilidad de este silencio, y la progresiva caída de la acera son, creo yo, los elementos que nos recuerdan esa relatividad a la que aludes. Magnífico, como siempre.
Saludos.
Paso, como de costumbre, a ver tus contraluces, tus Transmilenios (ya me ha quedado todo claro), y esta fachada que, vive Dios, se diría británica, londinense si me apuras
qué triste... gente distinta a la que habita la casita azul orgullosa de su presencia. Esto tán opaco, qué triste.
La noche cogrega silencios, para sostener la relatividad palpable. Es una imagen acogedora a pesar de la soledad aparente.
Saludos desde tierras lejanas Pedro.
Estimados, mi deuda con sus comentarios y con el belga Delvaux, especialista en ciudades sonámbulas.
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