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La colonia suiza de Bogotá le regaló este simpático monumento a los bogotanos, que supieron apreciarlo poniéndolo en un lugar privilegiado del parque nacional Enrique Olaya Herrera. Yo se los agradezco. Podrían haber traído también algunos de esos sabrosos chocolates que tanta y tan merecida fama le han dado a la conspicua nación helvética. De cualquier modo, son variadísimas las cosas que me gustan de ese país, y en el fondo creo que algo le debo. Por ejemplo, el grupo Yello, que como Pink Floyd parece más bien un género, o un continente musical. Conozcan
Blazing Saddles, un tema poco conocido. (
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3 comentarios:
¿En Bogotá nunca hay días nublados?
Un buen regalo, pues en esta vida siempre hay que estar a tiempo.
Saludos Pedro.
Pherro, ¡no te imaginas: esto es un páramo! Lo que pasa es que a los fotógrafos aficionados nos va mejor con los días soleados.
Saludos.
Veo la foto con más detenimiento y las minúsculas nubes parecen formar una guirnalda alrededor del obelisco.
Y tienes razón con lo del sol para nosotros los aficionados, pero los días nublados también ofrecen buenas condiciones para el caso.
Saludos Pedro.
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