soñé con un perro
con un perro desollado
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba
pregunté al otro
al que apaga la luz al carnicero
qué ha sucedido
por qué estamos a oscuras
es un sueño estás sola
no hay otro
la luz no existe
tú eres el perro tú eres la flor que ladra
afila dulcemente tu lengua
tu dulce negra lengua de cuatro patas
la piel del hombre se quema con el sueño
arde desaparece la piel humana
sólo la roja pulpa del can es limpia
la verdadera luz habita su legaña
tú eres el perro
tú eres el desollado can de cada noche
sueña contigo misma y basta
4 comentarios:
Vaya, una entrada diferente a las acostumbradas... El poema me hizo pensar en las calles de la candelaria... y la foto en el frío que hace. Un saludito- o "lete" ;)
Hermoso poema y bonita forma de distorsionar, por vez primera, la imagen. También un recorrido por la ciudad tiene cabida para esas visiones difusas, claro que sí.
Como mirando a través de una inverosímil mirilla, amigo Pedro, la imagen y el texto que nos ofreces se complementan perfectamente para brindar un testimonio de la exploración imposible de ese espacio desconocido e inquietante en el que pasamos gran parte de nuestra vida. Más allá del mismo sueño.
Una magnífica entrada. Gracias.
El buen Arte, el que contiene alguna clase de verdad, su poesía, siempre parece ser el sueño de alguien al que somos invitados de una manera peculiar, como si nos mostrara las fotografías de un viaje que siempre se realiza en solitario y a través de un paisaje nunca hollado, porque sus caminos son nuestros propios pasos.
Siempre me emociona la mirada de un perro porque en ella veo la de alguien muy querido por mí, cada vez que uno me mira pienso que me mira él.
Saludos.
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