domingo, febrero 12, 2012
Día 753
Gonzalo Jiménez de Quesada tiene en Bogotá una escultura cerca al lugar donde realizó una de las fundaciones de la ciudad, la de 1538. Cuenta sin embargo la historia que esta tuvo múltiples vicios de procedimiento, que sin duda la habrían invalidado. De hecho, Jiménez de Quesada se limitó a decir unas palabras y a lanzar un puñado de hierba al aire. Solo con la asistencia el año siguiente de Sebastián de Belalcázar, quien conocía a la perfección el noble arte que los ocupaba, pudo este adelantado cumplir su misión. Y es que el proceso tiene muy poco de inauguración, y mucho de creación urbana en el más estricto sentido de la palabra. Es necesario concebir por donde irán las vías, trazar la plaza Mayor, decidir la destinación de los predios colindantes (público, eclesiástico, militar, etc.), definir la ubicación de signos civiles y religiosos, etcétera. Pero lo importante es que al final se cumplió con los requisitos y hoy a Bogotá no la 'desfunda' nadie.
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3 comentarios:
Esa parte de su historia no me la conozco.
Un saludo
Veo una paloma en la cabeza y un pene en la mano ¿Esoy mal?
Pues Tomás, lo de la paloma es seguro...
Saludos.
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