miércoles, febrero 22, 2012

Día 761

Amanece y vemos.

3 comentarios:

FJavier dijo...

No me extraña nada que durante tanto tiempo el sol fuera considerado por tantos un dios. Yo aún.

Todo bien, Pedro.
En tránsito.
Gracias y afectuoso saludo.

El peletero dijo...

Cuando amanece hay un momento en que se hace el silencio, un instante que ya no es ayer, pero que todavía no es mañana.

En mis latitudes el sol sube despacio y desciende, igualmente, con parsimonia. En Colombia, en cambio, sube deprisa y se queda arriba todo el día, para descender, de nuevo, velozmente.

Podría decir que ello es una metáfora de algo, pero no lo voy hacer.

Saludos.

E. C. Pedro dijo...

Pues Javier, recordando que en estas tierras se encontraba el Templo del Sol, no deja de ser llamativo que sea solo la silueta de los montes lo que nos permite evocar el paisaje de hace 700 años. Un poco de luz y ya la ciudad cubre la primera escena... Por desgracia, pero también por fortuna.

Peletero, es cierto que esa dinámica se presta para conclusiones apresuradas. Javier Marías describe el contraste entre la puesta de sol en diferentes latitudes comparando los atardeceres tropicales con bombillas que se encienden y se apagan. Es por supuesto una exageración, que transmite sin embargo el vértigo de la operación. A veces por las mañanas se tiene incluso la impresión de ver moverse las sombras.

Saludos.